viernes, 9 de diciembre de 2011

Batalla de las Navas de Tolosa


Preludio.
Desde hace cinco siglos, los cristianos luchaban por recuperar las tierras que Tariq les había arrebatado a sus antepasados los visigodos. A partir del siglo X,  su avance fue imparable. Colonizaron toda la zona desde Asturias hasta el Duero, y los Condados Catalanes abarcaban hasta Barcelona. Tras la muerte de Almanzor, los cristianos de Jaca reconquistaran Zaragoza bajo el mando de Alfonso I dos siglos después (1118). Los castellanos llegarían hasta el Tajo en el año 1085, y estos avances produjeron diversas invasiones de almorávides y almohades, que evitaron el colapso del Califato de Córdoba. Dado esto, los almohades decidieron reunir un gran ejército (120 000 hombres), para contraatacar a los cristianos. Estos decidieron olvidar sus diferencias y se unieron, reuniendo un ejército de alrededor de 70 000 hombres. Estos dos ejércitos se encontraron en las Navas de Tolosa.
Batalla.
Los ejércitos se desplegaron en las Navas de Tolosa. El ejército cristiano compuesto por 50 000 castellanos, 20 000 aragoneses y portugueses y 30 000 cruzados (no llegaron a participar en la batalla) fueron los primeros en desplegarse. Después, se desplegaron los almohades. En primera línea se situaba la infantería ligera marroquí, tras esta, los infantes voluntarios de Al-Ándalus, mejor armados que los marroquíes y encargados de detener las filas enemigas.  El propio ejército almohade se encontraba detrás de los andalusíes, con la potente caballería africana, que había sido la pesadilla de los ejércitos cristianos, cubriendo los flancos.  Tras la caballería almohade, que combatía con lanza y espada, se encontraban contingentes de arqueros a caballo turcos conocidos como Agzaz. Y por último,  Al final, formando una apretada línea en torno a la tienda personal del sultán, se encontraba la llamada Guardia Negra, integrada por soldados-esclavos fanáticos procedentes del Senegal. La iniciativa es de los cristianos, temiendo deserciones, atacan. Los almohades usan la misma táctica que en la batalla de Alarcos: las tropas de la primera línea simulan una retirada para después contraatacar con las tropas de élite del centro, mientras la caballería desgasta los flancos cristianos. Los cristianos sufren muchas bajas, algunos comienzan a retirarse, los reyes, con las tropas de reserva que les quedan, atacan. Este acto da nuevos bríos y ánimos a las tropas y comienzan a combatir con más ahinco. El avance de los reyes es imparable, los almohades no pueden hacer nada, y comienzan a retirarse. El sultán se retira, dejando todas sus posesiones en el campo de batalla. Los cristianos vencen. Se calculan unos 70 000 bajas para los musulmanes, y unas 10 000 a los cristianos.

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